Cicatrices

 Hoy voy a contar algo demasiado personal, si fuera por mí, no lo haría jamás, pero estoy en un proceso y ya es tiempo de dejar este miedo atrás. 

Soy una mujer profesionista de 42 años, soy licenciada en pedagogía y actualmente trabajo como directora de un Jardín de Niños, estoy casada desde hace ya 15 años y no tengo hijos. Amo mi trabajo, no quisiera estar haciendo nada más, amo a los pequeños y amo ser quien soy en este momento. Llevo muchos años trabajando en mi misma porque muchas veces me dejo llevar fácilmente por la tristeza y el reclamo y siento de pronto un sinsentido en la vida que me duele.

Recuerdo que desde adolescente uno de mis pasatiempos favoritos era pensar en todo lo malo que me sucedía y sentirme muy mal y llorar a mares mientras escuchaba música y pensaba que no tenía ningún sentido mi vida, ni mi existencia y pensando en lo innecesario que era mi sufrimiento en esta vida, que lo mejor era desaparecer y listo, (aunque justo eso me da aún más miedo; la muerte, la idea de desaparecer así de un momento a otro y no entender que pasara después). Y así pasaba muchas de mis noches y madrugadas porque me era muy difícil dormir, hasta la fecha. Podía pasar las madrugadas leyendo o haciendo maquetas miniatura o muñecas, dibujando o escribiendo. el dormir me provoca miedo porque pienso que es como morir, que es perder la conciencia de tu vida. 

Una de mis tragedias favoritas a repasar era el que mi mamá no me quería, que no me amaba y que no entendía porque me trataba tan mal, mi única explicación era esto: que ella no me quería y que hasta le molestaba mi existencia. Pero no era del todo un invento mío, ahora que puedo ver de otra manera mi realidad, observo que esto es un patrón que podría pasar por normalidad: el uso de la violencia para "educar". y mi mamá hacia uso de este “método educativo en extremo”. Recuerdo ahora mi infancia como una montaña rusa, de momentos de tranquilidad, pero muchos de sobresalto, me veo a mi misma como una niña asustada escuchando los gritos y peleas de mis papás, días tranquilos y días de golpizas.

Recuerdo a mi mamá molestarse por cualquier cosa que no hiciera bien, desde servir el agua y derramarla un poco hasta no entender las tareas, entonces ella se transformaba en un ogro que gritaba, insultaba y golpeaba, sus golpes eran con furia, de esa que se queda marcada en moretones en piernas, espalda, nalgas, brazos. Desde mis siete años hasta los trece fue así la vida: equivocación = golpes, error = golpes, risas, desorden, ruido = golpes.  Yo era la hija mayor, la de la responsabilidad, la del ejemplo, la que tenía que hacer todo bien y ayudar en todo. Recuerdo mi mente nublada, queriendo escapar de mi realidad, imaginando que eso no sucedía porque era feo, demasiado feo para mí, para ser real, recuerdo escuchar muchas cosas en la escuela y no entender mucho, no poderme enfocar, sentir escalofríos o miedo cuando alguien se acercaba demasiado hasta el punto de esconder la cara y cerrar los ojos, la rigidez en mi boca, apretando todo el tiempo los dientes hasta el dolor de mandíbula, cuello, espalda, el miedo a equivocarme, el temor de hacer las cosas "bien" a la primera, la desvalorizacion, sintiendo siempre que era insuficiente: tonta, estúpida, idiota, si mi mamá lo decía es porque así debía de ser. 

Recuerdo odiar a mi mamá sonriéndole a otras personas, tratando bien a mis amigas de la escuela, a mis primas y preguntándome porque no podía ser así conmigo, Ocultando como nos maltrataba y hacer parecer que todo estaba bien. Recuerdo el miedo cuando la veía enojarse y su cara se transformaba y venían las amenazas y los gritos, el sonido de la puerta abriéndose para sacar el cinturón que estaba detrás, quería desaparecerlo, que se desintegrara, quería que mi mama desapareciera también, porque era ella la que enojada nos daba una y otra vez hasta que se cansaba y que sabíamos que las suplicas y el llanto nunca eran suficientes para que parara. Ahora sé que yo solo era una niña y me dolía mucho no poder detener esa situación, me sentía invalida, lastimada, no amada, rota, sin importancia... para nadie. En mi fantasía quería que alguien apareciera y me salvara, alguien que me cuidara y me diera mucho amor. 

Y así crecí, en esa casa inestable de donde algunas noches salíamos porque mis papas se habían peleado y mi mamá escapaba a casa de mis abuelos para al otro día volver... a lo mismo. Los días me parecían monótonos, sin sentido. ahora sé que todo esto me tenía en una tensión espantosa y muchas noches orinaba mi cama, solo pasaba, no lo podía controlar y era un circulo que empezaba una y otra vez; me orinaba y al otro día eran regaños y golpes e insultos y sentirme muy avergonzada. Entre más crecía más mal me sentía, no lo hablaba con nadie lo veía como algo vergonzoso y también había una amenaza: papá no se podía enterar, entonces nadie se debía enterar porque podía llegar a los oídos de papá, un papá que nos consentía, que cuando llegaba por la noche de trabajar nos traía un pan delicioso que sabía que nos gustaba, nos abrazaba un rato y nos daba besos antes de dormir.

Y al otro día desaparecía hasta ese momento de la noche que era mi remanso, que disfrutaba y que muchas veces quise aprovechar para contarle a mi papá lo que muchas veces pasaba en su ausencia, pero que nunca me atrevía, hubiera deseado con todo mi corazón decirle y que la castigara, que la lastimara como ella nos lastimaba. Y aunque eso pasaba en sus pleitos muchas veces, no sentía alivio porque no era por nosotras. 

Si al final de la primaria fue difícil porque no lograba entender mucho de lo que las maestras me explicaban, en la secundaria fue peor, me sentía aún más insegura de mi misma, me desarrolle y recuerdo y ahora identifico un acoso que me confundía y daba temor por parte de mis compañeros, querían tocarme, no solo a mi si no a otras compañeras y yo confundía esa atención y me daba una mezcla de repulsión y curiosidad. Recuerdo haberlo pasado muy mal, me encontré con compañeras que me hacían sentir un poco más de confianza, pero para hacer cosas que no estaban bien como saltarse las clases o no entregar las tareas, irnos de pinta, tampoco fue nada grave, pero para mí era como algo nuevo.

El punto aquí es que no saque mi certificado de secundaria porque reprobé dos materias. El día de la entrega de boletas y que mi mamá se entero fue una situación  muy caótica y que recuerdo en pedazos nublados, ella se enfureció como siempre y espero a que saliéramos de la escuela y comenzó a insultarme, a empujarme y jalonearme, después empezó a aventarme piedras gritándome que no haría nada de mi vida, que era tan estúpida por no valorar el esfuerzo que hacían para darme estudios, que sería una sirvienta y nada más... no sé cuánto tiempo pasamos así, llore y llore, cuando llegamos a casa hizo como si nada pasara, como siempre, pero me partió el corazón, me sentí tan poca cosa que entonces comencé a pensar en desaparecer, en como quitarme la vida, fue un año espantoso, me tocaba hacer todo el quehacer de la casa, no salir, escuchar sus gritos y esperar sus golpes, me sentía sin una salida ni una esperanza.

 Y no hubo fiesta de quince años, un sueño que habían tejido en mi mente desde pequeña, tenía muchas tías, muchas primas y pensé que podría pasar, era como un premio para mí en todo el caos, una muestra de amor… pero no sucedió, porque no lo hice bien una vez más. Para mí fue un golpe cruel y otra de mis tragedias más dolorosas. Después logre pasar los exámenes y entre a la preparatoria, un día de esos que estaba hablando con ella le conteste mal y me quiso pegar y le dije con firmeza que ya no pegara más... no sé de donde saque el valor, no recuerdo si sí me pego, solo recuerdo que después de eso ya no intento pegarme más, así acabaron los golpes, pero ya había demasiadas heridas y cicatrices para echar a la fogata de mi dolor.

Ahora me doy cuenta que esto pasa en muchos casos, que hay hogares con peor violencia que lo que pasaba en la mía, ahora a veces me culpo porque yo era muy débil y me afectaba tanto, pero no podía darme cuenta de eso, solo lloraba y lloraba y me sentía muy mal y sin ganas de luchar, sin amor ni confianza en mí misma. La primera vez que escuche a una amiga contar que en su casa le pegaban y que lo contaba sin ningún tipo de vergüenza y hasta con algo de humor, me sorprendí tanto y empecé a tomar conciencia de lo que me había sucedido a mí y que era algo que debía superar, que ya no me debería de doler y que no tenía por qué afectarme más. pero lo que hice fue meterlo bajo la alfombra, continuar ocultándolo nada más. 

y siento muchas emociones encontradas, porque aún me cuesta tanto hablar del tema. Después del tiempo la relación con mi mama cambio por completo, se convirtió en otra persona, no puedo decir que hayamos sanado nada, simplemente eso se fue quedando atrás, al principio recuerdo que si había muchos reproches de mi parte y yo veía como le dolía, como se arrepentía y como le afectaba lo que le decía y pase algo de tiempo así, escupiéndole mi dolor para hacerla sentir mal, el castigo que nunca recibió. Pero después decidí no decir ya más, no reclamar, pero me doy cuenta que al hablar de todo esto cuando la recuerdo lastimándome aun siento mucho enojo, coraje y rencor, pero cuando estoy con ella ahora la veo como si fuera otra persona.

Ahora sé que todo eso es parte de mi historia que ya se quedó atrás, de verdad desearía que no hubiera sido así, me duele haber vivido todo eso, pero veo mi vida ahora, veo mis logros y me siento bien, estoy trabajando en mí en reconocerme, en encontrar el sentido a todo lo que me paso y no repetirlo, en dejar ir el dolor y dejar de sentir vergüenza de decirlo y aceptarlo no porque haya estado bien sino porque aunque me haya tardado estoy entendiendo que era el camino que tocaba pasar para hoy ser quien soy y para que no se siga repitiendo este patrón. Cuando mis alumnos me dicen que sus papás les pegan les digo que sean muy firmes y les digan que a los niños no se les lastima y menos con golpes. En mi familia la situación es muy diferente con mis sobrinos. Ellos jamás han recibido un golpe con enojo ni lo recibirán. Así quisiera que fuera par todos los niños y niñas y que siempre que lo necesiten sepan que pueden recibir ayuda. 

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